Anoche salí al balcón,
sosegué...
tomé el fresco,
la Luna estaba ausente,
un coche circulando,
y en mi Palacio de la Memoria
sucesos al unísono chocaban.
La difusa visión de mi musa
se mezclaba
con la felicidad artificial
que da el alcohol.
Niños ponen el mundo del revés
poniendose literalmente patas arriba.
Remolinos de risas,
unas son fingidas
otras espontáneas.
Luego hay humo y dispersión.
Ayer la Luna me dejó solo,
pero volverá con esperanzas e ilusiones,
vuelve porque le rezo a su Virgen,
vigía, constante y en la noche.