ayer llegó a mi la noticia que se murió una señora cercana a mi, era prima de mi madre, buena gente, cualquiera que la conozca la echará de menos en mayor o menor medida. Yo no le di mas importancia, me entristecí y seguí con lo mío. Luego, por la noche soñé con que gente cercana a mí moría y me he despertado triste de verdad, luego, poco a poco, el día que empezó en blanco y negro se ha vuelto gris y no se distingue ninguna cosa de otra. Su muerte ha sido, como cualquier muerte, triste y solitaria.
Eso me ha echo recordar una reflexión que no escribí mas que nada porque no lo vi conveniente pero ahora es la hora: "lo peor de todo es que todo se acaba", y eso conlleva a que los finales no son felices. No, nada que acaba nos lleva a la felicidad. Pongo un ejemplo: el final de cualquier cuento (puesto que es lo idílico, con lo que nos educan para que hagamos en el resto de nuestra vida): "vivieron felices y comieron perdices"; el relato se acaba, pero la historia del cuento sigue, es decir, la típica pareja vivirá feliz, pero llegará un día en que uno de los dos muera y a la persona viva le dolerá y le entristecerá su muerte hasta que muera, y a la muerta mientras es consciente que muere sentirá aun mas dolor y tristeza de saber lo que va a sentir la persona que mas quiere al dejarla sola. Pongo este ejemplo porque hay gente adulta (y nos son pocos) que cree todavía en esos finales felices y me parece la mejor metáfora para ellos. Lo que quiero decir es que no se puede estar esperando algo que no va a venir sino asumir lo que se tiene que, a veces es bueno y a veces es malo, ojo no confundir con lo del carpe diem ni nada de eso.
Podría seguir divagando infinitamente, pero quiero concluir con el tema que he empezado: la señora, que sintió tristeza, soledad, hastío después de todo y antes de su fin; lo mismo que yo (menos lo del fin afortunadamente). Es algo que realmente me inquieta pensando en el futuro.
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